27 abril 2010

Segundo Auto-Foto-Retrato Fallido

Tras la catástrofe del Cubo de Rubik, tuve que replantearme el auto-foto-retrato.

En esta ocasión se me ocurrió la feliz idea de realizar una impresión lenticular de efecto flip-flop.

¿Qué ocurre?

Pues que las empresas dedicadas a tratar este tema están pensadas para grandes compañías, con gran capital y gran todo… y yo ni soy empresa ni soy grande… tan solo una pequeña estudiante navegando por una loca cabeza empeñada en complicarse la vida.

No obstante, no me rendí a la primera. Escribí emails a todas las empresas que hacían impresiones de este tipo que encontré; llegando incluso a contactar por error o despiste con una de Buenos Aires que me remitió a una empresa de México (muy simpáticos por cierto).

Entre las empresas madrileñas, la mayoría ni se molestó en contestar; y las que contestaron, me dijeron: “no hacemos impresiones para particulares”; “no hacemos sólo una unidad”; o “no trabajamos ese tamaño”.

Total, que puse mis esperanzas en el resto de la Península. Unos de Barcelona me dieron señales de vida; pero un buen día dejé de saber de ellos; y por último, una empresa almeriense me dio las respuestas que tanto había buscado (ni que fuera el Santo Grial), las cuales me desalentaron por la escandalosa cifra que me propusieron. Supongo que varios ceros juntos, a una multinacional no le impactan demasiado, teniendo en cuenta el trabajo que se iba a realizar; pero, para una pobre universitaria que vive de parásito en casa de sus padres y con un salario que llega para pipas (y algún chicle en ocasiones especiales), es un mundo.

Sé que este efecto se puede “apañar” cortando dos fotos y pegándolas alternativamente en una superficie con prismas triangulares… Me planteé seriamente el realizar así la idea, pero viendo los pegotes que dejaba el pegamento en un corta y pega que hice de prueba, me di cuenta de que tal cosa no se presentaba ni en parvulitos.

Así que de esta idea sólo tengo tres millones de contactos a los que podría recurrir en el futuro y el triste recuerdo de un proyecto no conseguido.

Las fotografías que iba a unir (haciendo coincidir los ojos) en el lenticular eran estas dos:

© Ada León

© Francisco González
La primera, porque mi persona tenía que salir por las buenas o por las malas en el foto-retrato; y teniendo en cuenta que soy una chica curiosa, pensé que poner una foto en la que sólo se vieran de mí los ojos, resultaba representativo. Además, está tomada en África... aunque un poco (y un mucho) más al norte que la otra...

La segunda, porque, realmente, a mí me gustaría mirar a través de los ojos de esa leona, correr por la sabana y perderme por el continente africano a la aventura.

Ya van dos ideas sin dar frutos; la siguiente, ¿qué refrán seguirá?

A la tercera va la vencida…



o…



No hay dos sin tres…

¡¡Que Rafiki me acompañe!! (Siempre me ha parecido brutal este mono… aunque no es un mono, sino un mandril…)

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